Escucho la voz
suave de Jabu sentada en una terraza. Su voz es pausada, habla sin tono de
reproche ni resentimiento. Jabu es un músico que tuve la suerte de conocer a
través de una buena amiga. Le escucho atentamente, esmerándome en seguir cada
palabra mientras garabateo mis notas en papel. Me guardo las preguntas para el
final. No quiero interrumpir su narración, solo captar el verdadero sentido de
sus palabras. Esta es su historia.
Durante la era del
Apartheid en Sudáfrica (1948-1994), se crearon cuatro grupos raciales: blanco,
nativo o negro, mulato e indio. Los habitantes no-blancos fueron forzados a
dejar las zonas asignadas a los blancos, aunque eso supusiese dejar el hogar
que habían habitado durante generaciones.
Los no-blancos
fueron ubicados en zonas de la periferia, denominadas Townships, donde de nuevo
se les segregaba de acuerdo con su categoría racial. Así, familias mixtas
fueron forzadas a separarse, pudiéndose reunir, previo permiso policial, apenas
tres horas cada tres meses. Estos Townships fueron construidos lo
suficientemente lejos como para fomentar la separación, pero lo suficientemente
cerca como para mantener próxima la mano de obra barata.
Jabu nació en
pleno apogeo del apartheid en Mamelodi, un Township a las afueras de Pretoria.
Como cualquiera nacido durante esa etapa, no pudo llevar un nombre puramente
africano. Se le añadió un nombre blanco, elegido al azar por el funcionario de
turno del registro. Hoy en su carné de identidad se lee: Jabu Happyboy (niñofeliz)
Masilela.
En su Township había
muchas carencias: infraestructura, colegios o actividades para niños. Pero a
Jabu nunca le importó demasiado. Estaba
cautivado por la música. Su padre, quien solía ahuyentar las penas cantando, le
inculcó el amor a la música desde una temprana edad. A los diez años, se unió
al Brass Band de su iglesia, donde empezó a cantar. A los 17, su padre le
regaló un pequeñísimo teclado en el que practicaba durante horas y horas. Le
gustaba tocar “Shine like a Star” de Randy Crawford, pues él también quería
brillar como una estrella. El teclado no resultó ser su fuerte. Tras ser víctima
de las cariñosas bromas de sus colegas músicos, decidió abandonarlo y dedicarse
a lo que se le daba bien: cantar.
Dejar el teclado
no fue ningún trauma. Al fin y al cabo la música seguía siendo parte de su
vida. La música era su vida. No sólo representaba un escape a la dura realidad
que le rodeaba, sino que también se convertía en un lugar mágico donde albergar
sueños. Sueños de una vida mejor para él y para otros.
Durante la década
de los 90 Jabu se unió a “Mamelodi Music Promotion”, una ONG que promovía jóvenes talentos
musicales. Fue allí donde creó su primer grupo serio. Su insaciable curiosidad
musical le llevó a escuchar todo tipo de géneros, impactándole sobremanera la
música góspel de Joyous Celebration
e Israel, pues es una persona
muy espiritual. Devoró la música de Miriam Makeba, activista anti-apartheid y
diosa del Jazz. Escuchó a Marley cantar canciones de redención. Pero lo que más
escuchó fue la vocecita en su corazón que le hablaba de cambiar su mundo.
“El Apartheid fue diseñado para privar al pueblo negro de sus grandes
ideas. De cómo administrar los recursos y las tierras. Tomando estrictamente lo
necesario, sin atesorar. El Apartheid impuso una forma de vida
desconocida para los nativos africanos, obligándoles a vivir endeudados a
perpetuidad. Aislados de forma permanente de la realidad. Separados, incapaces
de atisbar el otro lado de la vida. Despojados de autoridad para gobernar su
propia existencia.“
A pesar de la
caída del Apartheid en 1994, la mayoría de los no-blancos se vio obligado a
permanecer en los Townships ya que sus escasos recursos les impedía vivir en
las zonas blancas. Tanto durante como después del Apartheid, crecieron asentamientos
informales sin control en las laderas de los Townships. Estos asentamientos
informales no son más que tristes chabolas construidas de restos de materiales
de obra. Sin conexión oficial a luz, ni agua, ni alcantarillado. En estas zonas
reina el caos. La pobreza extrema pasea por las calles acompañada de los
sospechosos habituales: alcoholismo, drogadicción, violencia de género,
analfabetismo o desesperación. El aire está impregnado del peor de los aromas,
aquel que se respira cuando no hay lugar para la esperanza.
Así fue como nació
Mojankgo.
Mojakgo significa
calabaza de peregrino en Sotho. Con ese apodo bautizaron a Jabu sus amigos,
pues su música calmaba su sed espiritual. Pero el significado de Mojankgo ha
crecido más allá del apodo. Es el nombre de su estilo de música, el nombre de
su grupo. Mojankgo es también una forma de vida, una filosofía desarrollada para ayudar a la esperanza a
cruzar el vacío que separa a las chabolas del resto del mundo. Una filosofía
creada para inspirar a los que le rodean.
“El mensaje es el siguiente: No importa quién eres ni de donde
provienes. Si agrupamos nuestros esfuerzos todos podemos alcanzar la meta.
Tenemos la obligación de formar una comunidad en la que podamos crecer juntos y arreglar nuestros
problemas. Y así juntos devolver la esperanza a nuestras vidas.”
Las composiciones
de Jabu son puro sonido africano. Sus letras están escritas en lenguas
tribales, tanto en zulú como en xhosa o en sotho. Sus palabras son sencillas,
dirigidas al corazón. Su música refleja lo que ocurre a su alrededor. Jabu
aprovecha la energía espontánea que genera la creencia de que los sueños pueden
transformarse en realidad. Su música actúa como catalizador de cambio en la
sociedad.
“Como músico autodidacta en Sudáfrica he aprendido el valor de ser
perseverante, dedicado y diligente. Estas herramientas son indispensables para
dar el siguiente paso. Para subir otro escalón en la empinada escalera de la
vida.”
Mojankgo actúa en directo en Townships, pero también
toca en fiestas privadas para ganarse la vida. Son tiempos económicamente
difíciles para cualquier músico, especialmente en Sudáfrica, donde las
tensiones raciales siguen siendo el pan de cada día. Jabu piensa que es más
fácil triunfar en el extranjero. Pero es aquí donde la gente le necesita.
Jabu es parte de
varias iniciativas para mejorar su comunidad a través de la música. También
colabora con ONGs en Mamelodi. Ha sido invitado a dar charlas en la Universidad
de Derby, en el Reino Unido, a través del programa “Bright in the Corner”.
Sus charlas hablan de mejorar la autoestima, de enseñar, a través de la música,
a levantarse y luchar por sus derechos, como dijo el gran Marley tiempo atrás
(Get up, stand up, stand up for your rights). También ha actuado en conciertos
a nivel internacional.
Jabu no mide su
éxito por los CDs que vende su grupo Mojakgo. Lo mide por los cambios positivos
que genera en su entorno. Mide el éxito por el legado que espera dejar algún día
a su hija y las generaciones venideras: un mundo mejor para todos.
Para contactar con Mojankgo:
Jabu Masilela
Cell: +27 727166490
Facebook: Mojankgo Music