viernes, 31 de enero de 2014

Propósitos y Despropósitos





Después de la locura recurrente que son las celebraciones continuas durante el mes de diciembre llegan, como no, los propósitos de año nuevo. Para este año me he marcado bastantes más que para el anterior, consciente de que posiblemente me olvidaré de la mitad de ellos para el 1 de marzo.  Como prueba de mis buenas intenciones y recordatorio a mí misma,  he hecho una lista que he pegado en el espejo del baño. Incluso a sabiendas de que empezarán a formar parte de la decoración y pasar inadvertidos en un par de semanas. Y cierto es, que es un despropósito intentar cumplir tanto propósito. Pero sí que hay uno que puedo conseguir rápido si me esfuerzo, así que lo he escrito  letra GRANDE y subrayada con rotulador fosforito.

Mandamientos según Lupita Para el 2014

1.       Ser más paciente con los niños y con el mundo en general (Ánimo, Lupita.  Tu puedes!)
2.       Ser feliz 10 minutos al día (conseguible 353 días al año)
3.       Llevar  vida sana (ja, ja, ja, ja, ja)
4.       Montar una biblioteca/centro cultural en Tofo, Mozambique (medio conseguible)
5.       Volver al humor en las crónicas y ser más constante con ellas (eso está CHUPAO)
6.       Dominar la conducción 4x4  en el Defender por dunas y ríos (practicar sin los niños en el coche)
7.       RECUERDA: Jeff es un santo, Jeff es un santo, Jeff es un santo
8.       Etiquetar la ropa con instrucciones detalladas- ser mujer sin morir en el intento

Los primeros propósitos no necesitan mucha explicación. El último os lo cuento para que os riais un rato y los fanáticos de las crónicas no me sigáis acusando de no serle fiel al espíritu humorístico original del blog.

La cosa vino a raíz de una fiesta en casa de mi amiga Estrella. Me  dijo que fuera arreglada. Como soy muy cumplida, me lo tomé a rajatabla. Me fui a que me adecentaran las cejas estilo “Hermanas de la Orden del Batisterio que suelo llevar. 

Cejas Hermanas Orden del Batisterio
Y es que la pinza de depilarse me da una grima terrible. Admiro un montón a las mujeres que van siempre con esas cejas anoréxicas tan perfectas y que son capaces de declararle la guerra diariamente al vello. Pero a mí la pinza, como muchas otras cosas que exige la femineidad contemporánea, me supera.  Como mucho una vez al mes, cuando me acuerdo o alguna amiga valiente me da un toque, voy a que me pongan presentable con cera que, al menos es un tirón rapidito y no media hora de tortura con la puñetera pinza.
Las cejas perfectas de la mayoría de las mujeres
Después muy bien dispuesta procedí hacia la peluquería. Para el día a día, más o menos me apaño. Pero eso de secarse el pelo con una mano y peinárselo a la vez con la otra consiguiendo que quede bien exige demasiada coordinación, concentración y práctica. La verdad es que me falta interés y ni me molesto. Pintarse las unas ni entra en mi lista de decoro mínimo.

Volviendo a la historia. Llegué a mi casa muy orgullosa de mí misma, pues me había acordado de las cejas y la pelu, que ya es mucho. Empecé con mejor voluntad que atino,  a prepararme para el fiestón. Ducha, crema para no tener piel de lagarto, desodorante, maquillaje antes de vestirse para no manchar el supervestido negro que me ayudo a elegir Marta este verano en Madrid. Menos mal que vino conmigo, pues tampoco me gusta ir de compras.

El vestido, muy mono. Ajustado como un guante y con uno de estos escotes asimétricos muy chulo y una cremallera imposible de cerrar una misma. A menos que se sea contorsionista o se tenga doble articulación en los brazos, pero al fin y al cabo, para eso tengo a Jeff. La cosa es que no analicé la estructura del vestido en detalle. Como consecuencia, me enredé con el forro y acabé metiendo la cabeza por la apertura de la sisa.  Tremendo desastre… con una mano intenté quitarme el vestido y  desafortunadamente  acabé pareciendo un chorizo a medio pelar y lo peor, la cabeza atascada y medio sofocada de la presión de la tela.

A ciegas, dando a tumbos por el pasillo llamé a gritos a mi maravilloso marido que se empezó a partir de la  risa al ver el lamentable espectáculo que iba dando con el trasero al aire. Chocando contra puertas y paredes, pues no veía un carajo.  El vestido, cual calcetín medio quitado. Cuando finalmente Jeff pudo dejar de reírse y tras varios intentos delicados de sacarme la cabeza por las buenas, se decidió por darme un tirón espectacular que me mando a la otra punta del pasillo donde caí como una losa sobre el suelo. Al final consiguió sacarme la cabeza,  pero a costa de herir tanto mi trasero como mi dignidad.

De la energía estática del tirón, el pelo se me quedo totalmente erizado, ni la Bruja Avería tenía un look tan chic en la Bola de Cristal. El maquillaje se había despachurrado por la cara. Parecía una espontánea en un concierto de KISS con esos ojos vampíricos que me dejó el rímel medio corrido, el pintalabios desparramado de la nariz a la barbilla y los pelos de loca, tiesos en el aire. Además de empecinar el  vestido de maquillaje, rímel, desodorante… Un desastre. Con mucho esfuerzo conseguí componerme y no matar a Jeff que era incapaz de parar de reírse de mí. Desafortunadamente llegué hora y pico tarde a la fiesta pero al menos llegué presentable.

Cualquiera de estas mujeres podía haber sido yo ese dia.
La situación me hizo darme cuenta de que tengo un problema recurrente y grave. Estas cosas se le suelen dar bien a las mujeres en general. Pero yo soy torpe con ganas. Encima, no tengo ningún interés en superarme. Podría culpar a los listill@s que anti-naturalmente se sacaron de la manga la depilación, el maquillaje, los tacones de aguja y demás torturas que nos imponemos las mujeres. Podría enfadarme con los fabricantes de ropa por poner esas cremalleras imposibles de abrocharse sola sin romperse una el cuello. Pero al fin y al cabo, poco iba a conseguir, el problema parece ser solo mío. A mis amigas no parecen molestarles estas cosas. La solución: esforzarme un poco. El primer paso,  etiquetar la ropa complicada con instrucciones personalizadas.

Para este conjunto en particular, la etiqueta reza más o menos así:

1.       Utilizar ropa interior sin costuras ni tirantes
2.       Aplicar la crema corporal ANTES de ponerse el vestido
3.       Ponerse el vestido SOLO  si hay alguien que pueda ayudar a subir la cremallera
4.       Prestar atención al forro y no liarse con él
5.       Maquillaje, pelo, desodorante y pendientes DESPUES de ponerse el vestido
6.       Ponerse toalla sobre el vestido ANTES de aplicar el maquillaje
7.        Olvidate del rimel, Lupita. Nunca serás capaz de ponértelo sin pringarte la cara en algun sitio.
8.       Preguntar a los anfitriones si el evento es dentro o fuera: NO UTILIZAR TACONES DE AGUJA PARA EL CESPED!!! Peligro de acabar con los tacones hundidos en la tierra y pegarse un morrazo antes incluso de empezar a beber.

Por un lado me indigna la presión que tenemos que soportar las mujeres para estar presentables mientras que a los hombres con ir limpios, les vale. Y el  hombre que se molesta en conjuntarse y llevar un corte monillo de pelo, arrasa.  Aunque el fenómeno parezca una especie de masoquismo que nos lleva a torturarnos para estar guapas y por mucho que algunas odiemos el proceso, a todas nos encanta el resultado. Lo que me parece injusto es que no se me dé bien por naturaleza. Ni mis tres hermanas ni mi madre tienen ningún problema al respecto. Y afortunadamente Sofía no parece haber heredado esta desventaja.  Se me trastoco algún gen por el camino? Habrá clases para mujeres torpes? Si, definitivamente, este año voy a intentar ser mujer sin literalmente matarme en el intento.
El dia de la fiesta... despues de hora y media para arreglar el desastre

Os cuento que el espíritu navideño se nos diluyo bastante por la ausencia de familia y amigos y esos 40 grados que hacía en Mozambique. Aunque no impidió que nos lo pasáramos pipa. Nos ha encantado volver  y hemos disfrutado todos un montón del viaje.
Explorando en un poblado a las afueras de Vilankulo, Mozambique
De compras por el "Centro Comercial" de Vilankulos, Mozambique



Lo más divertido, encontrarnos con amigos y pasar el dia de nochebuena en una isla desierta con ellos. Lo segundo mas divertido, 110 km con el Defender por un camino inundado a la vuelta (de ahi, mi proposito #6, no es tan fácil conducir por un río..). 

Lo menos agradable,  el dia que se nos perdieron dos portugueses haciendo submarinismo y casi nos da un infarto. Afortunadamente les encontramos al poco y al final pudimos reírnos del asunto con ellos mientras nos tomábamos un vinito para tranquilizarnos. El viaje en sí se merece una crónica entera… ya os contaré en más detalle.

Playa de Vilakulos, Mozambique


Los niños han disfrutado muchísimo de las vacaciones. Sofía no apostaba porque los regalos le llegasen hasta Mozambique, pero Santa Closet (así llama Lucas a Santa Claus) se portó y les trajo una mochila de aventurero, indispensable en esta familia,  a cada uno. Los Reyes también fueron capaces de encontrarnos en Pretoria para satisfacción de mi madre, que siempre me recuerda lo importante que es para los niños mantener las tradiciones españolas. Nos trajeron un roscón riquísimo que nos comimos con amigos.


Archipielago de Bazaruto, Mozambique


Espero que todos hayáis pasado unas maravillosas fiestas y que el año nuevo sea siempre mejor que el anterior. Seria genial si entre las lectoras me ayudaseis a crear un Manual de la Mujer para Dummies. Me evitaríais muchísimos dolores de cabeza. Venga chic@s  una ayudita, escribidme unos comentarios. Premio al más gracios@.


Desde la sabana pretoriana, besos mil. 

PD: No me puedo despedir sin daros un poquito de envidia... Mañana me voy a ver a Bruce Springsteen en Johanesburgo. God Save The BOSS!